martes, 18 de octubre de 2016

TRAS EL RASTRO DE ALICIA | CAPÍTULO 4

Querido Anónimo: 


¿Por dónde empezar? Bueno, Alan solía hacerme bastante bulling psicológico prácticamente desde que me conoció. Solía gritar por la calle: "¿Ven a este feto con patas de caballo? ¡No hace una mierda por la humanidad! ¡Es una vaga que no tiene novio! ¡Va a morir soltera y rodeada de gatos! ¡Será la tía solterona y esta belleza de persona, osea, yo, va a estar para reírse de sus desgracias!". Creo que si estuviese presenciando el desastre que acabo de crear, ahora mismo estaría gritándome lo patosa que soy y riéndose del momento. Creo que también me haría una foto y la subiría a las redes sociales y le podría de título : Alicia haciendo otra de las suyas, patética modo on. 

Y pensaréis, ¿pero qué narices ha pasado? Pues bien, ¿recordáis el pavo que había en la mesa-desfile? Accidentalmente voló y me hizo volar y yo volé de él. Pero volé de él acá por la arbolada, él voló y se estrelló con la pared y se reventó todito. Y yo gracias a Dios estoy bien y él está ahí no sé como, pero quiero que se mejore.


Os sitúo. El resto de los Rubio entró al comedor. Deberían ser cinco, pero no, fueron seis. Marion entró de la mano de una niña de rubios cabellos rizados recogidos por una cinta imitando una diadema. Supongo que era Isabel. Tras ellas, entraron como un torbellino dos gotas de agua idénticas. Carlos y Fernando, altos, morenos con avellanados ojos. 
El apocalipsis viene a continuación. Mientras que todo esto pasaba, disimuladamente me acerqué al maravilloso pavo ya que no estaba conforme con la proporción que tenía de ese suculento, apetitoso, delicioso, etc. Bicho. Con tenedor y cuchillo en mano me dispuse a cortar un trozo más grande para este cuerpo serrano - Alan, gracias, mi ego está subiendo por tu mala influencia-. Vamos a ver, yo no me mantengo del aire. A mí me tienen que dar de comer. Pero cosas con sustancia, con chicha, no una mierda de trozo que no alimenta ni a la Kardashian.

Sinceramente, yo no estaba preparada para esto. A mí me deberían haber avisado. 
Dos dioses griegos entran conversando a la sala. Cada cual más guapo, más sexy y más buenorro. 
¿Sabes de esos momentos que ocurren a cámara lenta? Pues aquí viene uno. 

De la impresión que me dió, clavé el cuchillo con una fuerza desmesurada al pobre pavo más muerto que Michael Jackson -¡MICHAEL, TE QUIERO, SIGUES VIVO EN MI HEART!- , lo malo es que lo pinché mal y voló. Pero recalco, voló. Todos giraron a ver el escándalo y vieron como los dejé sin comida.
El ave resucitó y quiso emprender vuelo. Yo corrí detrás de él para que no se escapase y, cómo no, todo se volvió en mi contra. Conseguí alcanzar el bicho pero el estúpido vestido se enredó en mis pies provocando que tropezara de la forma más patosa posible hacia delante llevándome conmigo el mantel de la mesa y todo lo que había en ella. El pavo se estrelló contra la pared dejando un bollo más grande que el ego de Alan -imagínate como estaría pa' comer, lo mismo hasta les hice un favor-. Y yo me comí el suelo. 
La vida me dijo: ¿No tenías hambre? ¡Pues come suelo! En mi defensa he de aportar un dato importante, el suelo estaba solo y triste, a si que, decidí abrazarlo para consolarlo un poco.
Un silencio incómodo y más cortante que la hoja de un cuchillo se instauró en la sala. Mi ropa estaba pringada de comida y bebida, pero eso en este momento era lo menos importante. 

-¿Ups?- una sonrisa nerviosa se implantó en mi cara tras lo ocurrido.-Para mí que ese pavo no era comestible....- de repente, una carcajada se escuchó de fondo seguida de otra y otra y otra.....  En definitiva se estaban riendo de mí. Es comprensible, yo también lo haría.
Una mano apareció en mi campo de visión. 

-¿Se encuentra bien?- la voz más ronca y más varonil que jamás había escuchado, procedía de uno de los culpables de este desperdicio de comida. Es más, si no estuviese en estas condiciones tan patéticas, me levantaría y le gritaría: ¡Tú niño, que la comida no se tira! ¡Ahora vas y lo recoges con la lengua!, todo esto seguido de un collejón. Pero esto no es un mundo perfecto y la cruda realidad destroza todos tus sueños (positivismo modo on).

Lo bueno de todo esto es que, mientras que me incorporaba, pude apreciar -acosar o comer con la miraba- a ambas criaturas inmortales. 
Quien me ayudaba a levantarme, se presentó como Marcos. Morocho con gran porte. Derrochaba elegancia en cada movimiento luciendo una sonrisa amplia y brillante, de esas de los anuncios de pastas de dientes que son todas mentiras porque a mí no me han hecho nada, pues de esas. Los hoyuelos que enmarcaban sus perlados dientes y la ausencia de barba le daban un aspecto juvenil y cautivador. Rebeldes mechones sobresalían de su corta cabellera dándole la apariencia de recién levantado. 
No obstante, el joven que yacía bajo el marco de la puerta observando la escena con un rastro de sonrisa en sus gruesos labios, era todo lo contrario a Marcos. Verdosa mirada se encontraba encerrada tras largas pestañas curvadas. Su fina mandíbula mostraba el comienzo de una barba morena que hacía contraste con su claro cabello peinado hacia atrás. Orejas de soplillo aniñaban el rostro varonil del inmortal, quien centró una mirada pícara a mi persona. Hugo Gómez.


GROSSES BISES







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