martes, 27 de septiembre de 2016

TRAS EL RASTRO DE ALICIA | CAPITULO 1

Querido Anónimo:



Me remuevo entre las sábanas que me tienen presa para poder cambiar de postura y seguir durmiendo plácidamente. Sinceramente no sé de donde narices ha sacado mi madre estas mantas, juraría que ayer pesaban menos. Tampoco me voy a detener mucho en pensar si las sábanas son de Zara Home o del Ikea, pero de que son calentitas lo son. De repente, siento como alguien coloca un trapo mojado en mi frente. Está frío. ¿Estaré enferma y por eso deliro pensando en colchas? Que patético, debería estar pensando en Jon Kortajarena sin camiseta montado en un unicornio y rescatandome.
 Se empiezan a escuchar voces lejanas. Como no afine el oído la llevo clara para enterarme. No me juzguen, lo de cotilla viene de familia. Creo que lo de cambiar de postura antes no ha sido tan buena idea como pensaba, tengo el culo entumecido. Necesito seriamente salir de aquí y estirar las piernas.
Me incorporo lentamente haciendo más maniobras que los hombres esos que movían las palas para que aterrizaran los aviones. ¡Madre mía, sí que pesan! 

-Ya se está despertando, Marion. ¡Isabel, llamad a madre!

-Tranquila querida no os levantéis de una vez u os hará mal. - dijo la dueña de la mano que yacía en mi frente sujetando el paño.

No respondí nada a aquello, no es que no quería. No podía. Notaba la garganta reseca, me sentía peor que el cantante de Metallica después de un concierto. Bueno, quizás es un poco exagerado. Me detengo a observar a la joven de mi derecha. Su dorado cabello está recogido en un moño perfectamente colocado a la altura de la coronilla adornado con una trenza a su alrededor. Sus ojos marrones destacan tras unas tupidas pestañas dándole un aspecto inocente a su mirada. Tiene el rostro fino y delicado como las muñecas de porcelana de la casa de mi abuela, pero ella no da miedo, al contrario, su sonrisa es acogedora y amable. Lo que más me llama la atención es su vestimenta. Parece que se ha escapado de una fiesta de disfraces o algo por el estilo, le queda bien , me gustaría tener uno de esos de no ser por como le frunce la cintura. ¡Madre mía, se va a asfixiar! No recuerdo en ningún momento haberme dormido y mucho menos en una habitación como esta.
Vamos a ver Alicia, piensa qué narices has hecho para despertarte en un cuarto desconocido más grande que el de tu hermana y el tuyo juntos.

-¿Cómo se siente?

La joven me ayuda a incorporarme y me da a beber un poco de agua. Carrasqueo un poco y me dispongo a hablar:

-¿Dónde estoy?¿Qué ha pasado?¿Quién eres?- una risa interrumpe mi interrogatorio.

-Se encuentra en el condado Rubio- habla la segunda voz en la habitación - Mi nombre es Lucía y ella es Marion. La encontramos en las caballerizas recostada en el pasto con alta fiebre. Decidimos cuidarla hasta que se recuperara. ¿Sabe qué hacía allí?- negué en respuesta.

Intenté recordar en vano.... Un momento... ¿condado? , ¿caballerizas? ¿Pero qué demonios? Algo en mí hizo clic y millones de imágenes surcaron mi mente refrescandome la memoria. Esto no puede ser posible, tiene que ser una broma de Alan lo más seguro. Una carcajada surge de lo más profundo de mi garganta.

-¡Alan! Muy gracioso, por un momento pensé que estaba en otra época. Esta vez si que te lo has currado campeón. Por poco me lo creo- grito a pleno pulmón. - ¡Chaval, hasta has contratado actrices! Hay que admitir que su papel lo están bordando. ¡Ya puedes salir de tu escondite y burlarte de mí! - pego un salto y salgo de la cama- ¡Madre mía, que pedazo de cuarto!

-Disculpe, ¿pero de qué está hablando? Debería descansar un poco más para que la fiebre se vaya del todo. - menciona la joven rubia cuyo nombre ahora sé que es Marion.

-Creo que está delirando. ¿Qué es un Alan?

-No os hagáis las suecas conmigo que ya os he calado. ¡Alan, sal ya!- los brazos de Marion impiden que siga caminando por la habitación y me devuelven a la cama.

-Señorita no se de qué está hablando. Haga el favor de recostarse hasta nuevo aviso.- su sonrisa fue acaparada por un semblante serio y frío. Ahora entiendo cuando dicen eso de "si las miradas mataran estaría a tres metros baja el suelo", lo mismo he hecho un popurrí de ideas pero yo me entiendo.

-Entonces, ¿no es una broma? ¿De verdad que estoy aquí? ¿Aquí?

Lucía me muestra una sonrisa digna del gato de Cheshire.

-Estamos en 1745 querida.

Si ahora mismo tuviese un folio al lado de mi cara perfectamente podrían decir que somos primos hermanos. Rápidamente me llevo la mano al pecho por el asombro y algo frío impacta contra esta. Y es ahí cuando noto la esmeralda del collar. Retiro lo dicho. No podrían decir que soy prima de un folio, más bien le podría quitar el puesto a la niña del exorcista.  Me enderezo de la cama como si tuviese un muelle. Mala idea. Todo se está volviendo más oscuro que la boca de un lobo.

-Maldita gitana.

Es lo último que llego a pronunciar antes de caer inconsciente.




GROSSES BISES







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